Guayre Adarguma*
El mundo religioso de la sociedad guanche, es en extremo complejo, a pesar de que las referencias que sobre el mismo nos han llegado son pocas y confusas debido a la imposición traumática del catolicismo, cuya misión primordial fue la erradicación furibunda e irracional de todo vestigio de la milenaria religión profesada por el pueblo guanche, los pocos documentos que hasta nosotros han llegado, especialmente los conservados a través de la tamusni, y las escasas referencias recogidas por los cronistas, aunque estas están expuestas desde un punto de vista etnocristiano y etnocentrista, nos dejan vislumbrar un mundo espiritual y una concepción del universo y de la función que el hombre desarrolla en él, mucho más elevada que la que portaban aquellos bárbaros fanáticos cuya religiosidad se basaba en unas simples prácticas externas, (teatrales) carentes de conceptos elevados de la moral y la ética.
La riqueza religiosa y espiritual del pueblo guanche, está modelada por milenios de práctica en torno a los designios de la Diosa-Madre Chaxiraxi, cuyos aspectos iremos desarrollando en páginas sucesivas. La estricta observancia que de los postulados religiosos y morales hacía la sociedad guanche, quedó recogida por algunos autores los cuales no dudaron en calificarla como una etnia de valientes y pacíficos pastores, de costumbres moderadas y puras, modelo de honradez, lealtad, pundonor, moderación y formalidad, trabajadores compasivos, y extremadamente respetuosos con los ancianos, y sumamente hospitalarios. Estas virtudes son reales, no son un producto literario, pues las mismas forman el sustrato ético y moral de la población Canaria actual, a pesar de la avalancha de “cultura” globalizadora que en estos últimos tiempos nos invade con una virulencia mucho más activa que, aquella que sufrimos hace más de quinientos años, y que lamentablemente, aún continuamos sufriendo y soportando, quizás como justo castigo y penitencia por haber permitido el que unas hordas extranjeras nos arrebataran el sagrado culto a nuestros dioses ancestrales.
Es por ello que debemos orientar nuestros espíritus, hacía el encuentro con los espíritus de nuestros antepasados, para que en estrecha comunión con ellos, hagamos aflorar el cúmulo de virtudes que nos han trasmitido, que están latentes en nuestro ser, y que nosotros hemos mantenido en parte oculto, por el temor que han incrustado en nuestros sentimientos, las practicas represoras de una religión deshumanizada, absolutista y, básicamente amoral, que nos ha sido impuesta con la fuerza de las armas.
Al contrario que la creencia monoanimista, propugnada por otras religiones, la Iglesia Guanche sostiene que el hombre tiene dos espiritus: el Espíritu Vital, que mantiene en correcto funcionamiento las funciones orgánicas (respiración, circulación de la sangre etc.) y responsable a su vez del calor corporal y de la capacidad de movimiento, así como del conocimiento del entorno donde nos movemos; y el Espíritu Libre, que alberga la conciencia, la capacidad de entendimiento, la decisión, y la voluntad.
Mientras que el Espíritu Vital permanece de forma indisoluble unida al organismo, el Espíritu Libre es puramente espiritual, independiente del cuerpo, al igual que los espíritus y los dioses.
Cuando las funciones orgánicas se hallan desactivadas, como en el sueño, durante un desmayo, en el delirio, etc., el espíritu puede separa de su envoltorio físico y pude viajar al otro mundo, a otros planos espirituales. Lo que allí ve y experimenta lo trasmite al hombre en forma de sueños y visiones. Tras la muerte se va al más allá, al Seno de Magek con los antepasados para reencantrarse entre los suyos. Ya que el hombre no es inmortal pero sí su Espíritu Libre. (Klaus E. Müller et al, 2000: 481-ss.)
Los espíritus, son “almas” libres de los antepasados, que desempeñan un papel importante entre los poderes del más allá junto a otros espíritus y dioses que forman la Corte de la Gran Diosa-Madre, Chaxiraxi y sus aspectos; Magek-Tanit-Tara-Diosa Celeste-Moneiba; Abora. Puesto que la autoridad aumenta con la edad, cuando más edad se tiene más perfección se alcanza y por consiguiente más puro es el espíritu, Así, pues los antepasados desde los más antiguos fundadores del pueblo guanche-mazigio, disfrutan ante la Diosa del rango más alto, por encima del más viejo de sus descendientes, aunque por debajo de los dioses, los cuales a su vez están por debajo de la Diosa Superior y Creadora, como la más poderosa de todos. Los espíritus, al igual que los ancianos con vida, aconsejan a los suyos, en sueños, se preocupan de que sigamos buen camino, nos brindan la fertilidad de nuestros animales, vigilan nuestros campos y nos guían en nuestras profesiones y empleos. Y sobre todo, vigilan que nos mantengamos fieles dentro del orden trasmitido de generación en generación. Quienes somos negligentes recibimos advertencias en forma de signos y pequeñas desgracias, los que no llevamos una vida honesta, nos veremos afectados por enfermedades graves, accidentes, pérdidas materiales o la misma muerte. Así pues, todos debemos poner un desmesurado interés en nuestras relaciones con los espíritus de nuestros antepasados, manteniendo unas relaciones fluidas, sin perturbaciones, para ello debemos guardar un culto reverente. No descuidando hacerles con regularidad ofrendas de ramas, flores o lo que buenamente y con amor podamos ofrecerles. Debemos tenerlos presentes en nuestras fiestas y celebraciones familiares, y en las comunitarias, si danzamos cantemos hagámoslo en su honor, cuando tomemos moderadamente unas copas o participemos en una comida, hagámoslo en su honor, pues ellos siempre están entre nosotros.
Los espíritus de nuestros antepasados, están íntimamente ligados a sus descendientes más próximos, al entorno donde ellos moraron en vida, y al grupo donde desenvolvieron su actividad cotidiana. Se preocupan especialmente por proteger a los suyos, siempre que estos se comporten de forma adecuada y les rindamos correctamente los rituales, tal como hemos expuesto más arriba, así nos veremos protegidos del peligro y de los estímulos negativos. Los hombres jóvenes para adquirir su espíritu protector personal, deben mantener una búsqueda que en ocasiones puede ser larga, y nada fácil debido a los impulsos propios de la edad, pero esta búsqueda puede ser mucho más fácil si pone en ello verdadero empeño, observando una vida honesta y haciéndose aconsejar de personas mayores, entendidas y de buena vida.
También debemos cuidar a los espíritus protectores de la región, ellos cuidan y protegen a los ganados, los campos, los montes y las aguas y el aire, y en general las actividades laborales. Estos espíritus han pasado por diversas etapas de perfeccionamiento y la Diosa los ha investido como dioses mediadores, por lo que generalmente no están muy próximos entre si, y los más perfectos y puros son los que guían a los dirigentes y, a los sacerdotes y maguadas. A estos importantes dioses mediadores se deben honrar de manera especial como mínimo una vez al año, preferentemente durante la celebración del año nuevo guanche o durante el Beñesmer.
El mundo de los espíritus dentro de la teogonía de nuestros antepasados, es complejo y ha sido poco estudiada. La información que nos ha llegado es poca y confusa debido a que las creencias y ritos de la religión guanche fue brutalmente reprimida como hemos dicho por el fanatismo cristiano, sí bien el pueblo guanche se esforzó por conservar sus prácticas religiosas, el transcurso del tiempo y los nuevos métodos de penetración empleados por la iglesia católica, obligó a los detentadores de los ritos guanches a sincretizar dentro de los ritos cristianos sus creencias como único medio viable para la supervivencia de las mismas. En la actualidad, aún perduran y se practican determinados ritos de nuestra religión ancestral, pero estos son celosamente guardados por un número muy limitado de familias que son depositarias de éste legado religioso, las cuales observan un total hermetismo sobre los mismos, traspasado estos conocimientos entre miembros de una misma familia, preferentemente de abuelos a nietos, y de tíos a sobrinos manteniendo así, el culto primitivo, y también los aspectos hereditarios de este sacerdocio.
Este aspecto secreto del culto, mantenido durante generaciones ha venido hurtando a la curiosidad del investigador y del curioso muchos de los pormenores del culto guanche a los espíritus, así, en este estado de la cuestión, no es de extrañar que algún investigador haciendo uso de su profundo academicismo, diga con razón: “Resulta difícil comprender de las fuentes escritas qué idea tuvieron los guanches acerca del espíritu de sus muertos, a donde iban en que lugar residían y, en general toda, todo lo relativo a su concepción sobre este aspecto siempre difícil de explicación para el comunicante, así como para quien recibe la información. En este caso, probablemente, la transmisión de estas ideas resultaría más difícil para los informantes que serían muy reservados a la hora de manifestar sus opiniones sobre cuestiones siempre tan difíciles de comunicar, como por el deseo expreso de no desvelar hechos íntimos, seguramente en una cierta aureola de misterio, así como también por la propia formación religiosa de quien la recibe. El Padre Espinosa, recopilador de la información de los guanches, trasmite así su idea acerca del alma “ “...más ni conocían inmortalidad de las almas” A. Espinosa, 1980: 35). En el sentido en que es conocida por un cristiano, con toda probabilidad no supieron qué era. Un testimonio se recoge en la crónica de A. Sedeño”. (Antonio Tejera Gaspar, 1988: 48-9)
*Seudonimo de Eduardo Pedro García Rodríguez
*Seudonimo de Eduardo Pedro García Rodríguez
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