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jueves, 8 de marzo de 2012

EN TORNO A LA DIOSA CHAXIRAXI


Capitulo V

Guayre Adarguma Anéz Ram n Yghasen*

Usurpaciones
 
La historia es una ciencia social que hace posible el logro de un conocimiento científico similar al de las demás ciencias sociales. La historia logra captar, comprender y exponer los orígenes del presente. La historia se ocupa de las sociedades, en movimiento o sea de los cambios.
Desde la invasión de los españoles a la isla Chinech (Tenerife), la formación de la sociedad criolla tinerfeña estuvo marcada por la violencia explícita e implícita de la imposición de un grupo minoritario y la necesidad, por parte, de estos de asentar un proyecto de dominación y de ordenamiento de la sociedad invasora; lo que Rolando Mellafe ha denominado la captura del poder, y que impuso la adopción de formas católicas para los matrimonios y bautizos, así como la entrega o esclavización de mujeres guanches para formar estas nuevas familias criollas que trataría de perpetuar un nuevo tipo de asentamiento europeo en una cohabitación  de los invasores con el grupo de origen.
Paralelamente a la conquista bélica de la isla, se fueron estableciendo estructuras de poder europeo organizados en torno a centros administrativos y poblados-fuertes, desde donde se originaron los actuales pueblos y ciudades de nuestra isla.
La imposición de un sistema político-económico, acompañado por la fuerza militar, ha dejado a los pueblos sin la oportunidad de participar en decisiones fundamentales de su nación y de recibir los beneficios que tal proyecto pudiera significar.
Se puede decir que el militarismo ha estado vinculado al fenómeno religioso desde hace mucho tiempo y de diversas maneras. Tanto el militarismo como la religión pertenecen a la infraestructura ideológica de la sociedad invasora. Por lo tanto, no es de extrañar que en muchos sentidos se encuentren, ya sea para complementarse o para conflictuarse mutuamente.
El poder político-económico suele revestirse con características divinas a fin de consolidar su poder y conseguir la adhesión de las masas populares.
En este contexto fue donde se impusieron esencialmente las nuevas formas de vida, comportamientos, creencias, la religión cristiana y normativas impuestas por el grupo conquistador que coexistieron con las prácticas y ritos de la población guanche, aunque los espacios vitales se diseñaba y controlaba desde las instancias del poder centralizado por la metrópoli: Real Audiencia, Cabildo y Prescripciones eclesiásticas.
Los invasores tuvieron que hacer frente en el plano espiritual a una realidad que no había cambiado, a pesar de los intentos llevados a cabo por algunos frailes en el eremitario y casa de contratación que el siglo anterior habían construido en Güimar, la adoración del pueblo guanche por la Diosa-Madre Chaxiraxi continuaba firmemente arraigada en la mente y el corazón del pueblo, ofreciendo un fuerte rechazo al adoctrinamiento cristiano, a pesar de los castigos infligidos.
La tarea evangelizadora-mejor dicho, adoctrinadora- no progresa muy bien por lo arraigado de las creencias ancestrales del pueblo guanche. Las conversiones no son numerosas, ni mucho menos espectaculares. Y cuando se producen, en no pocos casos, se da un sincretismo con ritos locales, o, lo que era más frecuente, los neo-conversos vuelven a prácticas ancestrales luego de un tiempo.
¿Qué utilidad tenia convertirse a un culto con creencias semejantes pero con una tradición mas moderna?
La solución la encontraron algunos hombres, que, llamándose cristianos, pensaron en algo que era habitual en la misma iglesia católica en materia religiosa: respetar sus imágenes cuando no podía destruirlas, eso sí, siguiendo la tradición católica convirtiéndolas en símbolos cristianos. Pero, ¿cómo mantener esta imagen “pagana”?, ¿existían coincidencias doctrinales que permitiesen el cambio de nombre? Sí.
Se trata de la progenitora de todo lo que existe en el universo: “La Diosa-Madre Chaxiraxi en todas sus manifestaciones, es el símbolo de la unidad de la vida en la naturaleza. Su poder está en el agua y en la piedra, en los animales y en los pájaros, en los peces, en las montañas, los árboles y las flores”. Las representaciones más conocidas de la Diosa resaltan esos poderes, su don de regenerar la naturaleza, su capacidad de multiplicar los animales y su bondad para derramar los bienes necesarios al mantenimiento de la vida humana
Las funciones que hasta ese momento había tenido la Diosa-Madre Chaxiraxi, como madre de todos las divinidades, Reina del Cielo, de la fertilidad, fecundidad y del crecimiento, Diosa de la mañana y del atardecer, -  algunos de cuyos aspecto compartía con Magek, Achuguayu y Chayuga-, son atribuidos a María madre de Jesús y se le empieza a llamar Santa María de Candelaria o Nuestra Señora de Candelaria, el término “virgen”, se le aplicaría mucho más tarde.
El dominico Fray Alonso de Espinosa fue uno de los primeros europeos que en su libro Del origen y milagros de la Santa Imagen de Nuestra Señora de Candelaria, que apareció de Tenerife, con la descripción de esta isla, (1594), nos trasmite su personal visión de la Diosa Chaxiraxi ya transformada, por obra y gracia del clero católico, en Santa María de Candelaria. En dicha obra se ocupó en recoger algunos aspectos relativos a la invasión y asentamiento europeo en la isla Chinech (Tenerife) con algunos pasajes relativos a la sociedad guanche, y un largo glosario de supuestos milagros atribuidos a la  imagen, la descripción de los mismos muchos de los cuales están refrendados por documentos notariales de la época, a la luz de los conocimientos actuales, nos trasmiten idea clara del profundo fanatismo e ignorancia que embargaba a los colonos, aún a los supuestamente ilustrados como debía ser el clero católico.
Del supuesto suceso de la “aparición” otro fraile, J. Abreu Galindo, nos da la siguiente versión:
“Hay en esta isla de Tenerife una imagen y figura de Nuestra Señora Santa María, con un Niño Jesús en brazos, intitulada Nuestra Señora de Candelaria, por cuya figura Dios Nuestro Señor obra ordinariamente muchos milagros. No se sabe ni se ha entendido como haya venido ni quién la haya traído, ni qué tanto tiempo ha, sino só1o una fama confusa que hay de cien años, antes más que menos, que la isla se ganase de los cristianos. Según la cuenta de los antiguos, fue su aparecimiento año de 1390.
Dicen que en el término de Güímar, a la banda del Sur, cuatro leguas de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna , en un lugar desierto junto al mar, a la boca de un barranco, donde hoy está una cruz sobre una piedra junto a una cueva, yendo dos guanches naturales de esta isla por la costa apacentando su ganado, habían de pasar el ganado por la playa y meterlo en aquella cueva, como solían, a ordeñar las cabras; y, yendo un día comiendo derramado por la boca del barranco, se espantó el ganado, y, por más que hacían y silbaban, no querían pasar las cabras para entrar en la cueva; de que se admiraron los dos pastores, viendo remolinar las cabras como espantadas. El uno de los pastores, creyendo fuese alguna gente que le quería robar su ganado, como otras veces lo habían hecho y era costumbre entre ellos hurtarse unos a otros, y, para certificarse, se pasó adelante. Y, mirando hacia aquella parte del barranco, vió la santa imagen que estaba en pie sobre una piedra grande; y, como persona que está desviada a ver semejantes visiones, con mucho miedo y temor se la puso a mirar y considerar, y pareció1e mujer, aunque extraño el traje. Y, porque entre ellos era costumbre, si topaban alguna mujer en lugar solitario, no hablarle, porque incurrían en grave pena, por ser delito, hízole señas que se apartase, para que el ganado pasase a la cueva, porque no podía por otra parte, sin rodear. Y, como la santa imagen no hiciese movimiento, amohinado el pastor, tomó una piedra y, levantando el brazo para tirársela y queriéndola desembrazar, se le quedó el brazo sin poderlo menear, con la piedra en la mano y gran dolor.
El otro pastor y compañero, como vio el bulto que no se meneaba, cobró más atrevimiento y có1era y, llegándose cerca de la imagen, para satisfacción suya, con una tabona o laja de pedernal muy aguda quiso cortar la mano a la santa imagen; y, pensando cortaba la mano a la imagen, que tenía con su mano, se cortaba su misma mano, sin hacer daño en la imagen. Y, como se vía salir sangre de su herida y mano, ciego de la có1era y siendo porfiado, tornó otra vez a querer cortar la mano a la imagen, y cortaba su propia mano, de las cuales heridas corría mucha sangre; y la mano de la imagen quedo sin lesión ni daño, y los pastores quedaron el uno tullido del brazo, y el otro herido.
Los dos pastores guanches, viéndose tan mal tratados, entendiendo ser aquella imagen cosa del cielo, acordaron dar aviso y noticia de lo que habían visto y con ellos había pasado, al rey de Güímar. El rey, como los vio tullido y herido, determinó llamar a consulta a los más principales y allegados de sus tierras y casas (aqueste llamamiento y consulta llaman ellos en su lenguaje tagoror); y acordaron todos ir a donde la santa imagen estaba, y con ellos toda la gente de la comarca.
Llegados al lugar y vista la santa imagen todos quedaron admirados y espantados, viendo la gravedad y majestad que representaba, y ninguno se atrevió ni osaba tocar en ella, no les sucediese lo que a los pastores. El rey dijo a los pastores que estaban lisiados, que ellos, que la habían tocado, fuesen con reverencia y la tomasen, para llevarla a su casa, donde quería ponerla; y así se hizo y en tocando los pastores a la santa imagen, luego a vista de todos fueron sanos, que causó grande admiración.
Vista por el rey de Agüímar la maravilla que en su presencia había obrado, considerando ser cosa del cielo, dijo no era justo villanos tocasen a ella, estando él allí y los principales de su tierra; y así la tomaron con mucho acatamiento y decencia y gran temor. Llevándola en brazos como a un tiro de arcabuz, se hizo tan pesada, que no pudieron menearla. El rey y todos los que le acompañaban, visto esto, siendo antes liviana y que se podía llevar, se hincaron todos de rodillas, suplicándole se dejase llevar donde querían ponerla. Luego tornaron a tomar a la santa imagen en brazos y, haciéndose liviana, tornaron a caminar con grande contento, dejándose llevar, haciendo en aquel lugar señal, que después los cristianos hicieron allí una ermita intitulada Nuestra Señora del Socorro, y llegaron con la imagen a la cueva, que era como despensa del rey, que llamaban Avehon, media legua de donde apareció, en un barranco que llaman agora Chinguaro, donde en un canto de la cueva, sobre unas pieles de cabras, le hicieron su estancia; donde esta santa imagen hizo y al presente hace muchos milagros.” (Fr. J. Abreu Galindo, 1977:302-304)
Leyendas o cuentos infantiles como este han sido creados y sostenido como dogmas de fe por el catolicismo para desarraigar la conciencia espiritual del pueblo guanche, redescribiendo y reinterpretando una tradición milenaria ya pre existente y obligada a asumir mediante el terror a la esclavitud y la muerte, armas catequizadoras muy efectivas en manos de los fanáticos cristianos de la época
¿Acaso una sociedad como la guanche, con profundos conocimientos en astronomía, matemáticas y dotada de amplios conceptos morales era incapaz de distinguir una imagen de reducidas dimensiones de una mujer adulta? ¿Es propio de una sociedad que tenía prohibido por ley, bajo pena de muerte, el dirigir la palabra a mujer alguna en descampado, que algún individuo se atreviera a agredir a una supuesta mujer? El tema de los pastores y el excesivo peso de la imagen o el “negarse” a ser movida del lugar de la “aparición” es recurrente en leyendas o falacias históricas similares reproducidas en América, especialmente, como he dicho, allí donde catequizaban dominicos y franciscanos.
El gusto por estas fábulas, como método didáctico de adoctrinamiento, ha sido de siempre empleado por las órdenes religiosas, así el fraile Espinosa se inventa una leyenda en torno a procesiones de ángeles que acompañaban a la Diosa-Madre, naturalmente ya sincretizada como Santa María. Pero lo que el fraile ignoraba era que nuestros ancestros continuaban haciendo en secreto sus procesiones nocturnas por las playas de Chimisay y la de Abona a Nuestra Diosa-Madre Chaxiraxi, a pesar de la férrea persecución a que estaban sometidos, con tanto sigilo y discreción que el fraile dominico, a pesar de sus indagaciones, no encontró  explicación, si no era obra sobrenatural, a los restos de cera verde procedentes de las luminarias, dando lugar este episodio al levantamiento de la célebre acta de la cera.
Veamos en palabras del propio Espinosa como interpretó estos sucesos:
 “En la playa que dicen de Abona, que será cuatro leguas désta de Candelaria, hacia la Montaña Roja, se velan también ordinariamente estas procesiones, principalmente por la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora; y esto es tanta verdad, que ahora, en estos tiempos, personas que las han visto se van a la dicha playa y hallan velas de cera acabadas de apagar, y algunos las han hallado encendidas y pegadas a los riscos y me enseñaron el lugar y yo lo vide, y así en esta playa, como en la de Candelaria, se halla por la orilla de la mar gran cantidad de gotas de cera que de las procesiones que los ángeles hacen en honra de la Candelaria gotean, y yo doy fe que las he hallado y visto, y las tengo en mi poder, y oído a otros muchos lo propio.
Las candelas o velas que en estas playas se hallan, no son muy blancas, mas el pabilo no se deja entender de qué sea, porque ni es estopa ni algodón, antes en alguna manera parece de seda blanca torcida. Lo que toca a estas procesiones, que después acá que la Isla es de cristianos, se han visto, adelante, cuando tratemos de los milagros, se hará mención, dellas más particular”.[1] (A. Espinosa 1980: 64)
En torno a estas procesiones Marín de Cubas recoge: “Tenían en sus términos muchos ganados sueltos y salvajes, y otros tenían manso, y tenían dedicados a la virgen de Candelaria otros pintados de blanco y varios colores; tenían juegos y fiestas en diversos tiempos del año, y venían de África al trato de carnes, cecina, sebo y cueros, traían cera y hacían procesión y encendían luces a la virgen paseando la playa donde fue hallada, y esto hicieron en secreto aún hasta el tiempo de la conquista; en sus casamientos llevaban luces en la mano.” (Marín de Cubas, [1694]1993:221-223)
El mismo fraile Espinosa atestigua la existencia de imágenes representativas de nuestra Magné Chaxiraxi algunas de las cuales fueron asumidas por el catolicismo como virgen de La Luz. Veamos como se expresa sobre el particular el culto pero ingenuo Espinosa:
“Otra imagen de Nuestra Señora está en Garachico, cuyo aparecimiento pasa así:
Después que la isla se conquistó muchos años, yendo unos barqueros vecinos de La Orotava a pescar a las calmas de La Gomera en una barca o barco de Gonzalo Bueno, vecino del dicho lugar, llegaron en el término de Adeje a una caleta (que por el caso que vamos contando se llamó de Nuestra Señora), en la cual hallaron una imagen de Nuestra Señora de mazonería, con un niño en brazos al siniestro lado;
Otra imagen dicen haber aparecido en la playa de Abona, de alto de poco más de un palmo, que la llaman Nuestra Señora de Tajo. Todas las cuales he visto y las tienen en mucha veneración y refieren algunos milagros de ellas, que por no ser de mi intento, no los escribo.
Sin estas imágenes que aparecieron, hay otras de mucha devoción y que hacen muchos milagros.
Nuestra Señora de Guía está en el mal país de Isora, entre Santiago y Adeje, que es imagen de mucha devoción y de quien se refieren milagros.” (A. Espinosa, 1980:78-80)
(De este aspecto de la Diosa-Madre Chaxiraxi en su representación asumida por el catolicismo como virgen de Guía trataré más ampliamente mas adelante).
Así mismo, dicho autor reconoce la existencia de una orden religiosa guanche encargada del cuidado y culto de la Diosa, el clero guanche de Kankus y Maguadas, los cuales fueron masacrados en Achbinico por el invasor Alonso Fernández de Lugo. Inmediatamente después de acordada las denominadas “paces de Los Realejos”. Una vez consensuadas dichas “paces”, el siguiente movimiento del invasor consistió en subir  por las cumbres del Realejo con parte de su ejército de mercenarios y bajar a Achbinico (Candelaria) y tomar posesión por las fuerzas de la imagen de Nuestra Señora Chaxiraxi, ordenando cortar el cuello de los Kankus y Maguadas que cuidaban de la misma. Con este acto, los invasores dieron por sometida la isla, pues la Diosa Chaxiraxi era el elemento unificador y cohecionador de todos los meneceyatos de Chinech (Tenerife), el cuidado de la imagen secuestrada quedó a cargo del anciano capellán francés Pedro Roberto Sablé, conocido por Pedro de  París.

Seudónimo de Eduardo Pedro García Rodríguez.
Continua…

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