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martes, 4 de octubre de 2011

RITOS MORTUORIOS GUANCHES



NOTA ETNOGRAFICA



Guayre Adarguma
Los primitivos habitantes de Canarias envolvían a sus muertos, tanto a los que habían sido sometidos a un proceso de momificación artificial como a los que no, con varias capas de piel finamente curtidas, dichas envolturas mortuorias no tenían únicamente la finalidad de proteger al cadáver, sino también la de señalar el rango e identidad del difunto.
A la hora de dejar el cadáver en el interior se tenía en cuenta la disposición de los puntos cardinales: los pies se colocaban a la salida del Astro Rey (La Sol) y la cabeza donde se ponía.
La hora guanche de la Sol de los muertos, el crepúsculo, era el momento escogido para dejar al fallecido en la cueva. Los iboibos, llevados por un Kanku-clase sacerdotal. “Los sacerdotes de la Sol”, son los que dentro de la religión guanche ofician los ritos a la Sol o Magek-, entonaban cánticos para indicarle al muerto lo que tenía que hacer. Si éste era un guerrero se le solía colocar con sus armas de guerra, además de comida, y si estaba muy apegado a algo material o físico de la vida que dejaba, entonces se sacrificaba algún animal como una cabra o un cochino y su cráneo era colocado junto al cuerpo del difunto.
Los cadáveres se colocaban en posición de decúbito supino, aunque existe algún caso de posición en decúbito lateral flexionado. La momia jamás se depositaba directamente sobre el suelo, ya que eso la contaminaría, diferenciando así los dos ámbitos de lo sagrado y de lo profano. El cadáver reposaba sobre un lecho de plantas aromáticas que se colocaban en un tablón funerario -normalmente de tea-. Para mantenerlo en alto, o bien se aprovechaban salientes naturales del interior de la cueva o, si era totalmente lisa se apoyaba sobre unas parihuelas conocidas como chajascos Una vez colocado todo, se tapiaba la cueva dejando un hueco por donde entrar y se marcaba al muerto con una tarja -distintivo o señal de recuerdos- que luego era copiada en un palo o en un pellejo y entregada a la familia para que pudieran identificar al difunto -como si fuera un número de identificación-. Hecho esto, un iboibo se colocaba en la entrada de la cueva durante una luna -28 días-. Esto se hacía para saber si el difunto era puro y su Espíritu Vital pasaba al paraíso o Velle Sagrado de Aguere en La Jardina (La Laguna)-o, por el contrario, iba al chinechi, que es el infierno. El iboibo tenía una serie de elementos para juzgar si el difunto se encaminaba a un sitio o a otro; por ejemplo, si al iboibo le crecían las uñas o el cabello era una buena señal. Otro elemento de juicio era encender una hoguera y tirar trozos de baifos; dependiendo de la dirección del humo, Magek estaba contenta o disgustada con el difunto.
El interés de los familiares por saber hacia dónde había ido el difunto tenía también un curioso componente de egoísmo; si el muerto era “malo” estaría molestándoles y enfermando al ganado. Además, y es un detalle interesante, los familiares tendrían que dormir con los dedos gordos atados con correas de cuero, por que si no los xaxos aprovechaban cuando estaban dormidos para meterse por esos dedos y poseer el cuerpo.

Faykanato n Chinech 12 n wanghid n 10º achano n tallit taynay tagwancet.





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