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martes, 4 de octubre de 2011

CATECISMO CATÓLICO-NORMANDO PARA MAXOS Y BIMBACHES




 Guayre Adarguma*


En torno a 1404 los piratas Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle daban por “pacificadas” y sometidas las Islas Titoreygatra, Erbania y Esero, por lo cual decidieron que debían justificar ante el papado las masacres y esclavizaciones cometidas contra los pueblos maxos y bimbache dándole un tinte misionero o de supuesta cruzada a sus agresiones.

Así, ordenaron a sus capellanes Pierre Bontier y Jean Le Varrier que dictaran una serie normas para adoctrinar en las creencias católicas a los maxos y bimbaches  que escaparon de las masacres y que bien por acuerdos explícitos o bien porque se habían refugiado en las partes más agreste de las islas, habían escapado de la esclavitud y comercialización en Castilla,  naciendo así  el:


CATECISMO NORMANDO PARA MAXOS Y BIMBACHES

“ESTA   ES   LA   INTRODUCCIÓN   QUE   MONS.   DE
BÉTHENCOURT DIO A LOS CANARIOS CRISTIANOS
BAUTIZADOS
Primeramente hay un solo Dios todopoderoso, que, al prin­cipio del mundo, formó el cielo y la tierra, las estrellas, la luna y el sol, el mar, los peces, los animales, los pájaros, el hombre lla­mado Adán, y de una de sus costillas formó a la mujer llamada Eva, madre de todos los vivos, y la llamó Virago, mujer de mi costilla. Y formó y ordenó todas las cosas que están debajo del cielo. E hizo un lugar muy agradable llamado Paraíso terrenal, donde colocó al hombre y a la mujer. Y allí hubo al principio una sola mujer reunida con un solo hombre, y quien cree de otra manera peca.2 Y les permitió comer de todos los frutos que allí estaban, menos de uno que les prohibió terminantemente. Pero luego después, al impulso del demonio, que se puso en forma de serpiente y habló a la mujer y la hizo comer del fruto que Dios había prohibido, la cual lo hizo comer a su marido. Y por este pecado los hizo Dios echar fuera del Paraíso terrenal y de deli­cias, y dio tres maldiciones a la serpiente y dos a la mujer y una al hombre. Y de allí en adelante fueron condenadas las almas de todos aquéllos que morían antes de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que quiso tomar carne humana en la Virgen María, para rescatarnos de las penas del infierno, donde todos iban hasta el término dicho.

EJEMPLO DEL ARCA DE NOÉ PARA INTRODUCIR A LOS DE LA ISLA

Y después de haber empezado los hombres a multiplicarse en la tierra, hicieron muchos malos y horribles pecados, de que Nuestro Señor se irritó. Dijo que llovería tanto que destruiría toda carne que había sobre la tierra. Pero Noé, que era hombre justo y temía a Dios, consiguió su gracia, al cual dijo que quería destruir toda carne del hombre y hasta a los pajarillos, y que su espíritu no permanecía permanentemente en el hombre, y que conduciría sobre ellos las aguas del diluvio. Y le dio orden de hacer un arca de madera cepillada lisa y que la untase por den­tro y por fuera con betún. Betún es una materia viscosa tan fuer­te y tan ligada, que cuando dos piezas de construcción son reu­nidas y ligadas con él, no se pueden desarmar por ningún medio, salvo con sangre natural de flor de mujer, y se halla flo­tando en los grandes lagos de India sobre las aguas; y que fuese de cierto largo y ancho, en que poner a su mujer y a sus tres hijos y a sus tres mujeres. Y de cada cosa viviente que pusiseseron él un par de cada una, de los cuales todos salimos después del diluvio. Y cuando vieron que se habían multiplicado considerablemente, un tal Nembrot1 quiso reinar por la fuerza. Y se reunieron todos en un campo llamado Sanaar, y decidieron de acuerdo conquistar las tres partes del mundo, y que los que descendían de Sem, el hijo mayor de Noé, tendrían Asia.2 Y los que habían descendido de Cam, otro hijo de Noé, tendrían África.3 Pero antes de separarse empezaron una torre tan alta y tan fuer­te, que querían que llegase hasta el cielo, en recuerdo perpetuo de ellos. Pero Dios, que vio que no dejarían sus trabajos, contun­dió sus lenguas de tal manera, que no entendían el habla el uno del otro. Y allí fueron [hechas] primeramente todas las lenguas que hay hoy día por el mundo. Y después envió a sus ángeles, quienes hicieron soplar un viento tan fuerte, que derribaron la torre hasta cerca de los cimientos, y todavía se ven, según dicen los que los han visto.
CONTINÚA PARA INTRODUCIR A LOS DE LAS ISLAS

Después se esparcieron en las tres partes del mundo, y toda­vía hoy están en ellas las generaciones que descienden de ellos. Y de una de aquellas generaciones salió Abraham, hombre per­fecto y temeroso de Dios, a quien Dios dio la tierra de promi­sión, o mejor a los que descendieran de él; y Dios los quiso mu­cho y los hizo su santo pueblo y se llamaron los hijos de Israel y los sacó de la esclavitud de Egipto e hizo grandes milagros para ellos y los levantó sobre todas las gentes del mundo, mientras los encontró buenos y obedientes para con él. Pero contra su orden y su voluntad se reunieron con mujeres de otras leyes y adoraron los ídolos y los becerros de oro que Jeroboam había hecho en Samaría. Por lo cual se irritó contra ellos, los hizo destruir y los entregó en manos de los paganos y de los filisteos varias veces. Pero enseguida que se arrepentían o impetraban su misericordia, él los levantaba y los ponía en gran prosperidad; e hizo para ellos tal cosa como nunca había hecho para ningún otro pueblo, pues les dio los profetas, que hablaban por la boca del Espíritu Santo y les anunciaban las cosas venideras y la llegada de nuestro [Señor] Jesucristo, quien debía nacer de una virgen, es a sa­ber de la Virgen María, la cual descendía de aquel pueblo, del li­naje del rey David. El cual rey descendía del linaje de Judas, el hijo de Jacob. Y que rescataría a todos cuantos estaban condena­dos por el pecado de Adán. Pero ellos no quisieron creerlo ni re­conocer su llegada, sino que le crucificaron y le dieron muerte, a pesar de los grandes milagros que hacía en su presencia. Por lo cual están todos así deshechos, como todos saben: porque id por todo el mundo y no encontraréis judío que no esté en sujeción ajena y que no viva de día y de noche con miedo y con temor por su vida. Y por esta razón son tan pálidos como los veis.
CONTINÚA SOBRE LA MISMA MATERIA PARA IN­TRODUCIR A LOS CANARIOS

Sin embargo es verdad que antes de que los judíos diesen muerte a nuestro Señor Jesús, había muchas gentes que eran sus discípulos, y particularmente había 12 de ellos, uno de los cuales lo traicionó. Los cuales estaban siempre con él y lo veían ha­ciendo los grandes milagros, por lo cual creyeron firmemente, y lo vieron morir y después de su resurrección se les dejó de ver repetidas veces y los iluminó con su Santo Espíritu. Y les mandó que fuesen por todas las partes del mundo, a predicar todas las cosas que habían visto. Y les dijo que todos cuantos creyeran en él y fueran bautizados, se salvarían, y todos cuantos no creyeran en él se condenarían. Por cuanto creemos firmemente que hay un solo Dios todopoderoso y que todo lo sabe, que bajó a la tie­rra y tomó carne humana en el vientre de la Virgen María y vi­vió 32 años y más, y después padeció muerte y pasión en el ár­bol de la cruz, para rescatarnos de las penas del infierno a que estábamos todos sometidos por el pecado de Adán, nuestro pri­mer padre. Y resucitó al tercer día. Y entre la hora que murió y la hora en que resucitó, bajó al infierno y sacó de allí a sus ami­gos y a los que, por el pecado de Adán habían caído allí; y desde entonces por aquel pecado nadie va al infierno.
COMO SE DEBEN CREER LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA LEY


Debemos creer los diez mandamientos de la ley, que Dios es­cribió con su dedo en dos tablas en el monte de Sinaí, mucho tiempo antes, y las entregó a Moisés, para enseñarlas al pueblo de Israel; de los cuales dos son más importantes: y es que debe­mos creer, temer y amar a Dios sobre todas las cosas y con todo el corazón, y el otro que no debemos hacer al prójimo [más] de lo que quisiéramos que él nos hiciese. Y quien guarde bien estos mandamientos y las cosas dichas arriba cree firmemente, se sal­vará. Y sepamos verdaderamente que todas las cosas que Dios manda en la ley vieja son representación de las del Nuevo Testa­mento. Así por ejemplo se representa por la serpiente de bronce que Moisés hizo levantar en el desierto muy alta sobre un pe­destal, contra la mordedura de las serpientes, que representa a nuestro Señor Jesucristo, quien fue colgado y alzado muy en lo alto en el árbol de la cruz, para guardar y defender a todos cuantos crean en él, contra la mordedura del demonio, que ante­riormente tenía poder sobre todas las almas, las cuales perdió entonces.

CÓMO   SE   DEBE   CREER   EL   SACRAMENTO   DEL ALTAR

En aquel tiempo los judíos matan un cordero, de que hacían su sacrificio en sus pascuas, y no le rompían ningún hueso. El cual representa a nuestro Señor Jesucristo, que fue crucificado y muerto en la cruz por los judíos, el día de sus pascuas, sin rom­perle ningún hueso. Y comieron aquel cordero con pan ázimo, es decir, pan sin levadura, y con jugo de lechugas campestres, el cual pan nos representa que se debe hacer el sacrificio de la misa sin levadura; pero los griegos tienen lo contrario. Y por cuanto nuestro Señor sabía que debía morir el viernes, anticipó su pas­cua y la hizo el jueves. Y es posible la haya hecho con pan con levadura.

Pero nosotros, que tenemos la ley de Roma, decimos que la hizo con pan sin levadura. Y el jugo de lechugas silves­tres, que es amargo, nos representa la amargura de la servidum­bre que sufrían los hijos de Israel en Egipto, de la cual fueron libertados por orden o por voluntad de Dios. Y han tantas cosas que dijo e hizo llenas de tan gran misterio, que nadie las puede compreder, si no es muy gran sabio. Y por más que hagamos pe­cados, no nos alteremos y no desesperemos, como hizo Judas el traidor, sino pidamos perdón con gran contrición del corazón y confesémonos devotamente, y él nos perdonará. Y no seamos perezosos, pues es muy gran peligro, porque según el estado en que nos encuentre seremos juzgados. Y guardémonos del pecado mortal cuanto más podamos, y será nuestra salvación y la de nuestras almas.

Y tenemos siempre en la memoria las palabras que están es­critas aquí. Y las enseñamos y las explicamos a los que hace­mos bautizar por aquí, porque al obrar así podemos ganar fácil­mente el amor de Dios y la salvación de nuestras ánimas y de las suyas. Y para que mejor lo puedan comprender, hemos hecho y ordenado esta introducción lo más fácilmente que hemos podido hacerlo, según el poco entendimiento que Dios nos ha dado. Porque tenemos buena esperanza en Dios que algunos buenos sabios capaces vendrán un día a esta parte, quienes arreglarán y pondrán todo en buena forma y en buen orden y les harán com­prender los artículos de la fe mejor de cuanto pudiéramos hacer­lo nosotros y les explicarán milagros que Dios hizo para ellos y para nosotros en tiempo pasado y el juicio futuro y la general resurrección, para sacar totalmente sus corazones de la mala creencia en que han estado mucho tiempo y todavía permane­cen la mayor parte de ellos.” 

*Seudónimo de Eduardo Pedro García Rodríguez..

(Le Canarien, pags. 135-143)




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